Vivimos en una cultura que premia y confía todo a los especialistas.
Las mamás ya nunca van a dar a luz sin las matronas y todas las profesionales que éstas necesitan para llevar a cabo su labor. Hemos dejado de lado nuestros instintos para consultar a éste u otro profesional, que me pasa, que necesito comer o de qué color pinto mi casa.
Hay especialistas para todo, y cuánto más específico mejor: un especialista en rodilla es la mejor opción si tenemos molestias en la rodilla (según esta teoría) y sin duda alguna conocerá la función y estructura de la rodilla mucho mejor que cualquier otro médico general.
Pero esto tiene una contrapartida. Si te centras mucho en el detalle, menos perspectiva tienes del escenario en general. Es muy extraño que un especialista en rodilla nos recomiende pasar por podología o hacer un TAC de la cadera, nos atenderá nuestra zona dañada lo mejor que sepa sin relacionar esa dolencia con posibles causas primarias.
Y mucho más extraño es relacionar el dolor físico, con el aspecto emocional o psicológico.
Es en esa sociedad en la que habitamos, en la que delega toda responsabilidad de nuestras acciones a los expertos: educación, sanidad, entrenamiento, nutrición, psicología, etc. Con el incuestionable riesgo de acabar en manos de la publicidad, del consumo ilimitado y la falta de recursos para gobernar nuestras más nimias acciones cotidianas.
Con ello no quiero dar a entender que los profesionales no sean necesarios, únicamente traer a la atención que hemos delegado nuestras responsabilidades de una forma irreversible. Que somos los principales protagonistas de nuestro destino pero dejamos en manos de otros muchas de las decisiones más importantes de nuestra vida. Debemos tener el criterio suficiente para poder establecer la línea de hasta donde las profesiones son útiles o contraproducentes.
Si no entiendes de mecánica, el dueño del taller puede decir que le cambies cualquier cosa al coche, y debes confiar en él que no te engañe. Pero lo más sensato sería, que si conduces y eres poseedor de un coche, al menos conozcas las partes que lo componen y su funcionamiento más básico, y tener esa voluntad por saber más sobre esa máquina que te está transportando, sólo así podrás adivinar si te están engañando o no. UNIDAD